Todo el mundo tendría que saber hacer una crema de verduras. No se puede sobrevivir sin conocer esta receta. Es como el pantalón negro en el fondo de armario, un básico. Por supuesto, hay muchísimas variedades: crema de zanahoria, de calabacín, de puerro… pero vamos a empezar por la crema de calabaza. Para mí es de las más sabrosas porque tiene un toque dulzón buenísimo. Y ese color, irresistible. Además, puedes hacer bastante cantidad y conservarla en un tupper o, incluso, congelarla.
Aunque parezca una preparación muy básica, sorprendentemente, se comenten muchísimos errores en su elaboración. En Masterchef, soy fan incondicional del programa, siempre se lía el día que tienen que hacer cremas. Los errores más típicos suelen ser que no está bien ligada, que tiene mal color o que no sabe a nada (porque no tiene sal). Así que hoy te voy a dar mis trucos para que no falles. Son válidos para cualquier crema, no solo la de calabaza.
Hay dos cosas imprescindibles: tiene que tener algún tipo de grasa (por ejemplo, aceite) y tienes que echarle sal. Si no le pones grasa, se queda un calducho muy poco apetecible. Y la sal, está claro para qué sirve. Está bien que las cremas sean para depurar, para comer verduras, para cuidarse… pero no tienen que ser insípidas y tristes.
El toque final: servirla con trocitos de pan, pipas de calabaza, taquitos de jamón… ¿Te animas con esta crema de calabaza?